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Mostrando entradas de mayo 6, 2013

44.- Libertad. María López Visiedo (163)

El libre pensamiento quedó atrapado en las rejas frágiles de la razón el duro sistema impide el análisis el ser se adapta, cabalga... y no pone el corazón. Los símbolos de todas aquellas cosas que tienen explicación, sobrepasan el alma, recogen velas, y no matan la ilusión. El aire, el agua, la tierra y el sol, son patrimonio de todos, consérvalos. Romper cadenas humanas, besar el aire de tu aliento, para amar la sin razón. Lejos quedó aquél sendero donde tú y yo pasábamos cada tarde, ahogando el oscuro deseo, que nunca se realizó.

44.- Libertad. María López Visiedo (163)

El libre pensamiento quedó atrapado en las rejas frágiles de la razón el duro sistema impide el análisis el ser se adapta, cabalga... y no pone el corazón. Los símbolos de todas aquellas cosas que tienen explicación, sobrepasan el alma, recogen velas, y no matan la ilusión. El aire, el agua, la tierra y el sol, son patrimonio de todos, consérvalos. Romper cadenas humanas, besar el aire de tu aliento, para amar la sin razón. Lejos quedó aquél sendero donde tú y yo pasábamos cada tarde, ahogando el oscuro deseo, que nunca se realizó.

44.- Libertad. María López Visiedo (163)

El libre pensamiento quedó atrapado en las rejas frágiles de la razón el duro sistema impide el análisis el ser se adapta, cabalga... y no pone el corazón. Los símbolos de todas aquellas cosas que tienen explicación, sobrepasan el alma, recogen velas, y no matan la ilusión. El aire, el agua, la tierra y el sol, son patrimonio de todos, consérvalos. Romper cadenas humanas, besar el aire de tu aliento, para amar la sin razón. Lejos quedó aquél sendero donde tú y yo pasábamos cada tarde, ahogando el oscuro deseo, que nunca se realizó.

46.- Me gustan las sevillanas. Claudio Sillero

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Y me gusta el jaleo en las ferias donde el altavoz de una atracción, máquina de tortura compite con aquél del que anima a jugar a la tómbola, el que vende turrones de las Navidades pasadas o coco en tajadas y el que narra las aventuras de los enamorados que se suben a sus cunitas. Todo envuelto en el humo de las frituras y el aroma del chocolate con churros (pronúnciese shocolate con shurro).  Fuera de la feria de mi pueblo (de aquél pueblo en que nací, que era un punto más en la ruta de los feriantes que recorrían Andalucía), en mi infancia y adolescencia están sobre todo las ferias de la Línea y la de Linares. Ferias de pueblo con olores maravillosos y tacos de entradas a las atracciones comprados la semana antes a mitad de precio. Los primeros escarceos amorosos, la noria donde la niña bonita aquella le dejaba a uno los dedos marcados en el brazo y los ojos negros mordiendo en la corteza de la inocencia. Las primeras cañas con los amigos -¡niño, quítale l espuma que tiene mucha!- ,

46.- Me gustan las sevillanas. Claudio Sillero (167-171)

Y me gusta el jaleo en las ferias donde el altavoz de una atracción, máquina de tortura compite con aquél del que anima a jugar a la tómbola, el que vende turrones de las Navidades pasadas o coco en tajadas y el que narra las aventuras de los enamorados que se suben a sus cunitas. Todo envuelto en el humo de las frituras y el aroma del chocolate con churros (pronúnciese shocolate con shurro).  Fuera de la feria de mi pueblo (de aquél pueblo en que nací, que era un punto más en la ruta de los feriantes que recorrían Andalucía), en mi infancia y adolescencia están sobre todo las ferias de la Línea y la de Linares. Ferias de pueblo con olores maravillosos y tacos de entradas a las atracciones comprados la semana antes a mitad de precio. Los primeros escarceos amorosos, la noria donde la niña bonita aquella le dejaba a uno los dedos marcados en el brazo y los ojos negros mordiendo en la corteza de la inocencia. Las primeras cañas con los amigos -¡niño, quítale l espuma que tiene mucha!- ,

46.- Me gustan las sevillanas. Claudio Sillero (167-171)

Y me gusta el jaleo en las ferias donde el altavoz de una atracción, máquina de tortura compite con aquél del que anima a jugar a la tómbola, el que vende turrones de las Navidades pasadas o coco en tajadas y el que narra las aventuras de los enamorados que se suben a sus cunitas. Todo envuelto en el humo de las frituras y el aroma del chocolate con churros (pronúnciese shocolate con shurro).  Fuera de la feria de mi pueblo (de aquél pueblo en que nací, que era un punto más en la ruta de los feriantes que recorrían Andalucía), en mi infancia y adolescencia están sobre todo las ferias de la Línea y la de Linares. Ferias de pueblo con olores maravillosos y tacos de entradas a las atracciones comprados la semana antes a mitad de precio. Los primeros escarceos amorosos, la noria donde la niña bonita aquella le dejaba a uno los dedos marcados en el brazo y los ojos negros mordiendo en la corteza de la inocencia. Las primeras cañas con los amigos -¡niño, quítale l espuma que tiene mucha!- ,