El cólera y la gripe en Almería. Maribel Cerezuela

ÍNDICE

      1. INTRODUCCIÓN
      2. EL CÓLERA
      3. PERDURACIÓN DE LA CRISIS DE SUBSISTENCIAS
      4. EL CÓLERA EN ALMERÍA EN 1855
      5. EL CÓLERA EN ALMERÍA EN 1885. Datos Estadísticos para Almería y su provincia
      6. GRÁFICO ESTADÍSTICO Y SUMAS TOTALES DE CADA UNA DE LAS INVASIONES Y DEFUNCIONES HABIDAS EN ALMERIA Y SU PROVINCIA.
      7. CRÓNICA MERIDIONAL 1910. Datos estadísticos sobre el cólera de 1885.
      8. LA GRIPE EN ALMERIA Y SU PROVINCIA EN 1918
      9. MAPA DE ALMERIA CON LA SITUACIÓN DE TODAS LAS ZONAS AFECTADAS.
      10. BIBLIOGRAFÍA.





      INTRODUCCIÓN

      Ya en la primera mitad de esta centuria, los progresos de la Medicina y la Higiene se combinan con los de la Economía y la Política para sobreañadir, a la reducción de la mortalidad epidémica, que continúa, el descenso de la mortalidad no epidémica u ordinaria. 
      Por este conducto se asiste, en los años comprendidos entre 1800 y 1850, a una crecimiento demográfico elevado. De año en año, se acumulan los excedentes y la población aumenta con rapidez. La práctica vacunatoria contra la viruela, que salva una enorme cantidad de vidas infantiles, se anota, especialmente, los mejores tantos. Pero también juegan, en forma decisiva esta vez, lo que los ingleses llaman “environmental factores”, derivados de la industrialización y de la urbanización, amén, quizá de las posibilidades de cambios en la virulencia de determinadas enfermedades infecciosas, no conectados directamente con los progresos de la Medicina y de la Economía. 
      A partir de mediados de siglo, el crecimiento se reduce por efecto, sobre todo, del descenso de la fecundidad. La creciente conservación de los hijos empieza a inducir a los padres a reducir su número. Otra vez la fórmula que utilizo en exceso, aunque no deja de encerrar un gran fondo de verdad. La experiencia actual de los países en vías de desarrollo lo está demostrando en forma categórica: la baja de la fecundidad se produce en íntima relación con la de la mortalidad infantil.
      Una población sujeta al descenso de la natalidad es una población que envejece. Menos nacimientos significan mayor acumulación de elementos en los escalones elevados de la pirámide. El envejecimiento ha sido la característica de la mayor parte de las poblaciones europeas, cuya trayectoria es clara a partir de 1900. 
      En una fecha tan avanzada como la de 1900 España registraría una natalidad bruta del 33.8 por mil, una mortalidad del 288 y una esperanza de vida al nacer inferior a los 35 años, esto es, unos niveles rebasados por las poblaciones escandinavas ciento cincuenta años antes. Al terminar el siglo XIX, la mortalidad y la fecundidad españolas  no habían consumado aún aquella ruptura con los antiguos trends, característica del moderno régimen de población. 

      1. EL CÓLERA
      Durante el siglo XIX un nuevo factor epidémico viene a tomar el relevo de la viruela y, en España, de la fiebre amarilla. Se trata del cólera, enfermedad endémica de ciertos países asiáticos que, a partir de 1830, desborda sobre Europa. Las invasiones europeas del cólera se caracterizan por una irradiación extraordinaria. En cada ocasión el mal se extiende en forma de lento pero implacable rodillo. En 1854, fueron 4.983, de un total poco superior a 9.000, las localidades españolas atacadas.
      En 1854, la enfermedad penetró, desde Marsella, a Barcelona, corriéndose de aquí a todo el litoral mediterráneo. En el interior, las andanzas de O’Donnell contribuyeron, como las de Rodil en 1834, a divulgar el cólera, desde Andalucía a Madrid.
      Las cifras tocantes al cólera de 1853-1856 (noviembre, últimas víctimas en la provincia de Huelva), pecan por defecto. Según el Ministerio de la Gobernación, los invadidos habrían ascendido a 829.189 y los muertos a 236.744, lo que revelaría una letalidad del 28%, un poco superior a la de 1833-1835. En términos relativos las pérdidas habrían afectado al 15%o del potencial humana gravando con una mitad más las defunciones de un año normal. Sin embargo, un balance mejor ajustado de las víctimas debería tener en cuenta, además, los efectos de una sobre mortalidad femenina muy acusada y de una distribución por edades bastante irregular. Por otra parte, el impacto también fue muy distinto según se tratase de unas provincias o de otras.
      En el año 1859 fueron invadidas por el cólera algunas provincias de España, particularmente las de Jaén, Málaga y Valencia, cuya invasión se repitió con mayor fuerza en el de 1860, en que afligió a las de Alicante, Almería, Cádiz, Córdoba, Cuenca, Ciudad Real, Granada, Jaén, Málaga, Murcia, Sevilla, Toledo y Valencia. En el primero de estos años, sin duda por la poca extensión de los estragos producidos, no se hizo por la Dirección de Sanidad la estadística; y sólo en el segundo se registraron los resultados, que fueron 17.202 invadidos, de los que perecieron 6.832, o sea el 29 %.
      Las noticias de la epidemia de 1865 son escasas. Las estadísticas del movimiento natural de la población distinguen 59.612 muertes de enfermedades epidémicas o contagiosas que, atribuidas al cólera, representan una mortalidad media del 3 %o. Esta cifra, que está de acuerdo con la elevación de la tasa general de mortalidad sugiere una invasión peor que la precedente, ero menos extensa y mortífera que las dos primeras. 
      En cambio, la pandemia de 1885 marcó un nuevo retroceso. En esta fecha murieron del cólera 120.254 españoles, de un total de 340.000 invadidos.
      El boletín de Estadísticas demográfico-sanitario publicó, como apéndice al tomo IV, un espléndido volumen monográfico, con datos pormenorizados acerca de las edades, sexo, actividades y localización de las víctimas. Ellos nos informan de que, como siempre,  hubo una fuerte sobremortalidad femenina, así como una concentración de óbitos en el grupo infantil que repercutiría sobre la oferta de brazos y las tasas de natalidad de las provincias afectadas, al término de unos 15 o 20 años. En cuanto a las actividades, el volumen desglosa los fallecidos en “jornaleros”, “artesanos”, “labradores”, “empleados”, “propietarios”, “rentistas”, etc. y miembros de otras profesiones categorías de contenido equívoco, difíciles de referir a las del censo general de 1887. En cambio las referencias geográficas permiten la neta delimitación de dos zonas de gran mortalidad: una, la más afectada, a ambos lados del sistema ibérico (Navarra, Zaragoza, Teruel, Castellón, Valencia y Cuenca); la segunda, unida por Alicante a la anterior, en el Sudeste del país (Murcia, Albacete y, sobre todo, Granada). En definitiva, pese a las excepciones de Gerona, Barcelona y Málaga, la última epidemia colérica fue un fenómeno claramente levantino.

      EPIDEMIA COLÉRICA DE 1885: algunos ejemplos.

      GRANADA
      488.183
      10.238
      20.96
      40.13
      5.25
      ALBACETE
      222.375
      3.190
      14.34
      38.91
      3.74
      ALMERIA
      358.005
      2.566
      7.16
      26.56
      2.69
      CORDOBA
      400.452
      1.318
      3.29
      34.80
      0.94


      FUENTE: BOLETÍN DE ESTADÍSTICAS DEMOGRÁFICO-SANITARIA,

       APÉNDICE AL TOMO IV .-1888

      PERDURACIÓN DE LAS CRISIS DE SUBSISTENCIAS
      Las causas que aumentan la mortalidad son el alto precio de los alimentos, los impuestos fuertes sobre las subsistencias, las epidemias, los pantanos y otros focos de infección; las industrias insalubres; la guerra; la acumulación excesiva de población en pueblos y habitaciones reducidas; las temperaturas extraordinarias; las inundaciones, etc.
      Las causas de disminución en los nacimientos son los altos precios de las subsistencias (más influyentes aún que en la mortalidad); la guerra, que aleja de sus hogares la parte de la población más apta y vigorosa para reproducirse; los matrimonios entre consanguíneos, las revoluciones, los votos religiosos, el excesivo número de mujeres solteras o de vida dudosa, el aumento de las necesidades sociales, la acumulación de grandes masas en pueblos relativamente pequeños, etc.
      En la segunda mitad del Siglo XIX se reconoce, de manera oficial, el peso decisivo de las crisis alimenticias, tan características del antiguo régimen de población. Incluso a principios de la era del ferrocarril, una mala cosecha sigue representando, en España, un plus de defunciones y un déficit de matrimonios, esto es, de nacimientos.
      Las grandes carestías anuncian, pues, unos períodos de hambre y de adversidad demográfica. En 1812, durante la guerra de la Independencia, pero también en 1817, en 1823-25, en 1837, 1847, en 1856-57, en 1868, en 1882 y en 1887, el país se ve condenado a la reducción de su potencial humano, como resultado de la falta de recursos alimenticios.

      CORRELACIÓN ENTRE MORALIDAD Y CARESTÍA: 1858
      Saldo crecimiento vegetativo %o
      CACERES
      9.00
      BADAJOZ
      4.7
      SEGOVIA
      3.3
      BURGOS
      2.2
      JAEN
      15.1
      ALMERIA
      15.8
      FUENTE: NICOLÁS SÁNCHEZ-ALBORNOZ


      EL CÓLERA EN ALMERÍA EN 1855

      Las únicas fuentes disponibles con las que he contado son, el libro de Jordi Nadal: “La población Española, (s.XVI a s. XX)”, Ed. Ariel 1984, que en el caso concreto de Almería no hay información para el año 1855 y sí, para el 1860.
      Los datos recogidos en el Archivo del Ayuntamiento de Almería, son tan escasos que no se han aportado información estadística alguna tanto en lo que se refiere a invasiones como a defunciones en esta capital.
      Pero, se puede deducir que alrededor del 20 de septiembre de 1855 desapareció el mal. Sin embargo no hay nada que nos informe sobre cuando comenzó esta epidemia ni su duración. Sabemos, por ejemplo, que hubo un Hospital de Coléricos lo cual nos muestra la importancia cuantitativa de afectado en esta capital, así como el dato de la donación de 70 camas para los enfermos
      En cuanto a la provincia, sólo conocemos el caso de la invasión del cólera morbo-asiático en la localidad de Berja.
      EL CÓLERA EN EL AÑO 1855
      Datos recogidos del Archivo del Excmo. Ayuntamiento de Almería, LEGAJO 608, n. 3 de 20 de Septiembre, Almería. Gabriel María de Gualda, expediente sobre la celebración de un TE DEUM, en acción de gracias, por haber desaparecido el cólera.
      LEGAJO 638, 27 de julio, Almería, Orozco, sobre entrega de 70 camas para los hospitales de coléricos de esta capital.
      INTRODUCCIÓN HIGIÉNICA GENERAL,  para la preservación del cólera-morbo asiático, dedicada a los habitantes de la villa de Berja por D. Cristóbal José Espinosa Díaz, subdelegado y colaborador de El Siglo Médico.

      EL CÓLERA EN ALMERIA: DATOS ESTADÍSTICOS PARA ALMERIA Y SU PROVINCIA.

      La elaboración estadística, de este año 1885, ha sido realizada a partir de la lectura de cada uno de los días de dicho año, en el periódico de la época: LA CRÓNICA MERIDIONAL.

      Los datos recogidos aparecían con el encabezamiento de: 

       PARTE SANITARIO DE LA PROVINCIA.

      Empiezo con el pueblo de HUERCAL OVERA, ZURGENA, etc, . y acabo con el pueblo de URRACAL, por ejemplo, para el mes de agosto; esto nos indica, no que lleve un orden alfabético, sino, el orden en que iban apareciendo en el periódico y, por tanto, ocupan los puestos de 1º al último en relación al ataque de la epidemia.
      Tampoco aparecen por mayoría cuantitativa de invasiones o de defunciones.
      Situados cada uno de estos pueblos en el mapa, (ver los mapas correspondientes de las páginas siguientes, vemos la distribución zonal), según está vigente hoy día, ocupa los partidos judiciales de Almería, Huercal Overa, Berja, Canjáyar, Cuevas de Almanzora, Gergal, Purchena, Sorbas, Vélez Rubio y Vera.Es decir, abarca casi la totalidad de los pueblos que lindan la Cuenca del Almanzora, así como  los de la Cuenca del Río Andarax, además del núcleo de María y Vélez Rubio en el Norte, y, Adra, Beninar y Dalias en el Sur-Oeste.

      por maribel cerezuela

      Estudio del cólera y la gripe en Almería. Años 1855, 1885 y 1918