Un libro entre las bombas. Francisco Cañabate Reche

UN LIBRO  ENTRE LAS BOMBAS

Había acabado todo y  cuando se dio cuenta, una tristeza oscura le atenazó las manos. Crispado, casi ausente, cerró el libro en silencio y el estrépito sordo, incontestable y cierto que nos produce siempre el final de algo bello resonó en su interior.
Era el último verso.
No había más.
Acabado.
Fue como una oleada, una emoción esquiva. Un nudo en la garganta.
Fue un latigazo frío.
Sin poder evitarlo, sediento de fonemas volvió abrir aquel libro y trató de leer. Lo hizo difícilmente. En voz baja al principio, murmurando después, agitado, con rabia, escupiendo las frases. Luego se rompió el nudo y comenzó  a gritar, ciego, casi demente. Recitaba los versos sin miedo a ser oído o a que una bala extraña segara su arrebato mientras el mundo horrible de las bombas y el hambre, del terror y la muerte, de la soledad muda, el de la destrucción se disolvía ante él.
Cuando comenzó a hablar y se supo a sí mismo saboreando los versos regresó el sortilegio. De nuevo no había nada.
Se calmó de repente. Miró a su alrededor. Estaba solo y quieto con el libro en las manos. Atardecía despacio. Escuchaba el sonido de las bombas cercanas cayendo interminables, mutilando la vida.
Recordaba el horror.
Fuera, a su alrededor, habitaba la guerra. En el libro la paz.
Con las últimas luces regresó a la lectura.
Olvidado, cautivo de unos versos callados, entre las explosiones otra vez fue feliz