Al final del túnel. Luís García Fernández


Al Final del Túnel


Tu,


que sorteaste tu propio rastro de sangre

de estertores podridos en el preciso instante

en el que esquivando sus vivas aristas,

y en el que atisbando

un instante de incertidumbre

intuiste,
con la impaciencia
de quien siente como se le acerca
su noche de bodas,
el oscuro y silencioso saludo
que, con toda seguridad,
habrían de dedicarte al final del viaje,
no pudiste por menos que,
observando como la inmediatez de tu destino,
tan maltrecho como los imprevisibles propósitos
de la mañana que te tocó vivir,
y perturbado por la resaca del escaso sueño
del que aún eras poseedor,
decidir,
desposeído del don del habla,
amén de otras traiciones,
el mantener hasta el final tan augusta expresión,
bastón de mando incluido,
y dedicar a los presentes
un ceremonioso saludo cargado de halitosis estival
y de muelas dañadas
y deseosas de pasar a mejor vida.
Y así,
ajeno a tu irreconciliable condición póstuma,
hubiste de escuchar al final del túnel
cual trompetas de Jerifó,
los bramidos de los cañones
envueltos en malsanos hedores de pólvora quemada,
con la desmesura de quien se siente desbaratado
por un lujurioso exabrupto
que nada tiene de amoroso.
Y cayéndote de bruces
mientras escuchabas el latido de la tierra
reclamando su dote
hubiste de comprobar que,
en este condenado país,
los indultos continúan llegando a destiempo,
como siempre. 

(1999)