Poemas de Ángel Simón Collado


INTRODUCCIÓN (Revista n.I, año I)


El contenido del poema surge de una circunstancia fingida, de una escena imaginada.
Piense el lector en una sobremesa de un incipiente verano.- Una estancia solitaria, una mesa arrimada a la ventana, una copa con vino sobre el blanquísimo mantel. Alguien, buscando alivio a la claridad excesiva, el calor agobiante, ha bajado la persiana y abierto los batientes. Haces de luz penetran entre las rendijas y uno de ellos inciden sobre la copa, dejando en el aire un rojo deslumbramiento. El poeta pasa y mira. La soledad, la penumbra, el mantel, la copa de vino, el rayo de luz, la calma y el silencio; todo en fin, produce una levísima conmoción en las lejanas del alma, un quietismo temblor en no sabe qué lugares del espíritu, una tensión inapreciable, un enigma callado y azaroso. Quieto y expectante atiende. Una Creación inmensa en el espacio y en el tiempo, un Universo bifurcándose hasta el infinito para ofrecer, aquí y ahora, esos instantes perfectos, esos magníficos acoplamientos del presente!.- El poeta descifra la llamada, no tiene más remedio que impetrar al vino glorificado por el Sol, y decirle: 



En la copa te he visto traspasado
por las luces doradas de la tarde;
reposo en equilibrio, rojo alarde,
en el cristal de Sevres diseñado.

El rincón de la estancia, en ese lado,
hiriendo la penumbra que lo guarde,
sobre el blanco mantel se incendia y arde
de la rosa el color más delicado.

El rayo que del Sol se desgajara,
con sagrada liturgia del presente,
se hace dueño de una hora placentera.

As quisiera yo que traspasara
la más amable luz, más esplendente,
por este corazón que tanto espera





LA TARDE.


La tarde se aleja.
Colma de reflejos
esos horizontes
más vastos y bellos.

También anochece
el alma en silencio
sola entre el pasado
y un futuro incierto

¿A dónde la tarde
y el día en que me asiento,
las horas ganadas
a un oscuro infierno?

Voy hacia la copa,
que sea mi alimento
el más dulce vino
que donen los cielos

El vino es firmeza,
olvido y recuerdo,
agua, sal y trigo,
mensaje en el tiempo.

El vino y la copa.
Lo que yo más quiero
vaga por los mundos
buscando un secreto.

Ser lo más próximo
lejano y eterno:
siempre se presenta
cuando estoy despierto.

vino, cáliz, alma,
símbolos y viento.
Alma, cáliz, vino:
celajes perfectos.

En esta gran tarde
espero en silencio
la mano, el amigo,
y un destino cierto.

que borre en mis noches
terrores y miedos.
Alzo aquí mi copa,
pues sé lo que bebo.

La tarde ya muerta,
los ojos serenos,
yacen para siempre
todos mis desvelos.

El alma se aquieta,
si la llama el centro.
Perder la vida,
ganar...