Juan Carlos Cuesta. Historia


RELATO

JOSÉ CARLOS CUESTA

    En un lugar no muy lejano, en un tiempo en el cual a los hombres de bien se les conocía como caballeros, las mujeres eran consideradas doncellas y los pueblos eran aldeas... en ese tiempo, donde no existían países sino reinos, existía un lugar al que todos llamaban DreamLand donde solo los que tenían buenos pensamientos, mente sana y las mejores intenciones podían habitar. 






 Verde de envidia por la riqueza de su primo, un mal día, utilizando todo su poder destructivo y su legión de dragones, atacó, y destruyó todo lo que encontró a su paso.

 


    Sembró el pánico y la muerte. Arrasó con todo lo que no pudo crear menos a la hermosa Kake. No pudo con su encanto y belleza. De nuevo la envidia de todos los días que su primo había disfrutado con esa criatura hizo que su odio creciese y pensó en dar un castigo ejemplar a la princesa. La llevaría a su castillo y la convertiría en uno de sus lacayos. Sí, eso podía estar bien.....

    El castigo de vivir una vida totalmente distinta a lo que siempre había soñado. De vivir en DreamLand a mal vivir en NightmareLand.

    El castigo de vivir una vida totalmente distinta a lo que siempre había soñado. De vivir en DreamLand a mal vivir en NightmareLand.


 

    Kake. Todos los caballeros discutían sobre un posible rescate, pero nadie tenía ni plan, ni valor suficiente para arrojarse a semejante empresa. Sin embargo, un joven sirviente, un chico no muy fuerte, no muy alto, no muy guapo, pero inteligente y valeroso, al ver tanta indecisión levantó su voz sobre el resto y al grito de ¡¡¡COBARDES!!! salió solo y con una espada como toda arma con la idea, loca pero valiente de liberar a la princesa.

uieres ser tu ese muchacho ?


    Reinaba por aquel entonces en el reino de DreamLand un Rey bueno, amado y respetado por sus súbditos, a los cuales trataba como se espera de un Rey. Su nombre era Robert. Era exigente con ellos, pero los ayudaba; nunca era injusto ni se enfadaba, sino que la justicia que imponía era pacificadora. Dialogante hasta el infinito, lograba que todo el mundo en su reino respirase armonía y tranquilidad. Por supuesto que el Rey no estaba solo. Su buen carácter era debido a todo el amor que se respiraba en su castillo. El ser tan amado, le hacía dar amor. La mayor parte de ese amor se lo daba su hija, una preciosa niña de pálida piel, pelo oscuro y enmarañado, alta y delgada. Una chiquilla muy activa y alegre que, a su vez alegraba el corazón del castillo. Aunque su nombre era Katherine, todo el mundo la llamaba Kake, por su dulzura. Todo era perfecto en Dreamland.....



    Pero como siempre en esta vida, todo YING tiene su YANG. La bondad del rey chocaba con el odio de su primo; un hombre que vendió su alma al diablo por envidia y poseer más en esta vida. Una vida triste y desdichada desde entonces; solitaria por su propia culpa, por su maldad, solo acompañado de monstruos creados por el mismo para poder imponer sus criterios. Monstruos obedientes pero odiosos, de aspecto repugnante y alma más repugnante aún. Esos eran sus esbirros, servidores por temor, no por respeto. Su reino era oscuro, se llamaba NigthmareLand.

    La noticia del cruel asalto llegó a todos los confines del universo conocido, y todos lloraron la muerte del Rey, pero sobre todo la captura de la princesa


JUAN CARLOS CUESTA. 19/04/2000

Juan Carlos Cuesta. Historia


JOSÉ CARLOS CUESTA

En un lugar no muy lejano, en un tiempo en el cual a los hombres de bien se les conocía como caballeros, las mujeres eran consideradas doncellas y los pueblos eran aldeas... en ese tiempo, donde no existían países sino reinos, existía un lugar al que todos llamaban DreamLand donde solo los que tenían buenos pensamientos, mente sana y las mejores intenciones podían habitar. 





 Verde de envidia por la riqueza de su primo, un mal día, utilizando todo su poder destructivo y su legión de dragones, atacó, y destruyó todo lo que encontró a su paso.

Sembró el pánico y la muerte. Arrasó con todo lo que no pudo crear menos a la hermosa Kake. No pudo con su encanto y belleza. De nuevo la envidia de todos los días que su primo había disfrutado con esa criatura hizo que su odio creciese y pensó en dar un castigo ejemplar a la princesa. La llevaría a su castillo y la convertiría en uno de sus lacayos. Sí, eso podía estar bien.....



El castigo de vivir una vida totalmente distinta a lo que siempre había soñado. De vivir en DreamLand a mal vivir en NightmareLand.




El castigo de vivir una vida totalmente distinta a lo que siempre había soñado. De vivir en DreamLand a mal vivir en NightmareLand.

Kake. Todos los caballeros discutían sobre un posible rescate, pero nadie tenía ni plan, ni valor suficiente para arrojarse a semejante empresa. Sin embargo, un joven sirviente, un chico no muy fuerte, no muy alto, no muy guapo, pero inteligente y valeroso, al ver tanta indecisión levantó su voz sobre el resto y al grito de ¡¡¡COBARDES!!! salió solo y con una espada como toda arma con la idea, loca pero valiente de liberar a la princesa.

uieres ser tu ese muchacho ?


Reinaba por aquel entonces en el reino de DreamLand un Rey bueno, amado y respetado por sus súbditos, a los cuales trataba como se espera de un Rey. Su nombre era Robert. Era exigente con ellos, pero los ayudaba; nunca era injusto ni se enfadaba, sino que la justicia que imponía era pacificadora. Dialogante hasta el infinito, lograba que todo el mundo en su reino respirase armonía y tranquilidad. Por supuesto que el Rey no estaba solo. Su buen carácter era debido a todo el amor que se respiraba en su castillo. El ser tan amado, le hacía dar amor. La mayor parte de ese amor se lo daba su hija, una preciosa niña de pálida piel, pelo oscuro y enmarañado, alta y delgada. Una chiquilla muy activa y alegre que, a su vez alegraba el corazón del castillo. Aunque su nombre era Katherine, todo el mundo la llamaba Kake, por su dulzura. Todo era perfecto en Dreamland.....



Pero como siempre en esta vida, todo YING tiene su YANG. La bondad del rey chocaba con el odio de su primo; un hombre que vendió su alma al diablo por envidia y poseer más en esta vida. Una vida triste y desdichada desde entonces; solitaria por su propia culpa, por su maldad, solo acompañado de monstruos creados por el mismo para poder imponer sus criterios. Monstruos obedientes pero odiosos, de aspecto repugnante y alma más repugnante aún. Esos eran sus esbirros, servidores por temor, no por respeto. Su reino era oscuro, se llamaba NigthmareLand.

La noticia del cruel asalto llegó a todos los confines del universo conocido, y todos lloraron la muerte del Rey, pero sobre todo la captura de la princesa


JUAN CARLOS CUESTA. 19/04/2000